La responsabilidad es asumir las
consecuencias de nuestras acciones y
decisiones.
Se va adquiriendo por imitación del adulto y la aprobación social, que le sirve
de refuerzo. Educar en la responsabilidad no es una tarea fácil, los padres somos
una gran influencia en el comportamiento de nuestros hijos, tanto en las
conductas adecuadas como en las inadecuadas.
Con tres, cuatro años, van siendo capaces de controlarse y tener en orden sus
cosas. Colaboran en guardar y recoger los juguetes. Pueden ayudar a poner la mesa. Se desnudan solos y se
visten con ayuda. Aprenden a compartir las cosas y esperar su turno. Muestran
interés creciente por jugar con otros niños.
Con cuatro, cinco años, suelen tener iniciativas
responsables, como vestirse, recoger sus juguetes… Son bastante autónomos en la comida y
cuidado personal, se lavan, se calzan, se visten, van al baño solos.
Aceptan los turnos en los juegos aunque no siempre los respetan, suelen
relacionarse con dos, tres niños para jugar y entablar las primeras amistades.
Con cinco, seis años, Les agrada ayudar, cumplir encargos y realizar tareas domésticas. Juegan en grupos
de tres o más y siguen reglas sencillas. Intentan ser autónomos y pueden rebelarse
frente a las presiones de los adultos en asuntos como disciplina, autoridad y
normas sociales.
Normas
básicas para educar en la
responsabilidad
- Establecer normas
claras y bien definidas.
Debéis de explicarles de forma muy clara lo que está permitido y lo que no. Los
niños han de saber lo que se espera de ellos, hay que dejar muy claro cuáles
son los límites.
- Cumplir nuestras
advertencias
Explicarles qué ocurrirá si traspasan esos límites y os ponen a prueba, es decir, qué
consecuencia habrá si no respetan las normas. Y también acordar la recompensa
que conlleva su cumplimiento.
- No podéis exigir a
vuestro hijo/a lo que vosotros no hacéis
Vosotros sois los modelos a imitar. No podéis pedir a vuestro hijo/a que deje
de gritar, cuando se lo decís chillando o que no debe pegar a sus compañeros
cuando le dais un azote por su mal comportamiento.
- Reforzar las conductas adecuadas
Es importante prestar mucha atención cuando los niños os hagan caso a la
primera o sigan una norma sin dar problema alguno, será entonces el momento
para expresarles vuestra aprobación. La atención de los padres, las palabras de
elogio y aprobación, las caricias o los premios en general, dispensados por la
realización de una conducta correcta de los hijos, aumenta la probabilidad de
que se repita y se perfeccione.
Los mensajes de actuación tanto del padre como la madre han de ser los mismos.
Difícilmente conseguiréis resultados satisfactorios si no hay consenso entre
ambos, el niño tenderá a hacer caso al mensaje que más le interese según sus
preferencias o necesidades.
En definitiva, debéis de pensar que sois el modelo de vuestros hijos y que aprenden directamente de
vuestra conducta, sea correcta o no.
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